Su taller mecánico, ubicado en Vagsbyg, en el sur del país, fue asaltado reiteradas veces, por lo que el hombre, cansado del a situación y de que la policía no hiciera nada al respecto, decidió colocar una cámara de seguridad en la puerta de su local, y así identificar a los ladrones.

En el siguiente robo, las caras de los delincuentes quedaron grabadas, y Bransdal, en vez de ir a la policía, publicó las imágenes en su cuenta de Facebook para pedir la colaboración ciudadana. Pero lo que tuvo una buena intención, terminó de forma inesperada.


Al viralizarse la publicación, uno de los ladrones realizó una denuncia por violación de derechos de honor y privacidad. Luego, la justicia decidió sancionar a Bransdal por imputar un supuesto delito que todavía no había sido condenado por un juez y hacer publicidad en las redes sociales.

La ley consideró que se estaba dañando la imagen de las personas que aparecían en las fotos. Además de multarlo, le indicaron que eliminara el posteo de su Facebook, mediante una orden judicial.

“No me arrepiento de lo que hice. Sabía que estaba al borde de la ley y que sin duda recibiría una multa de unos pocos miles de coronas, pero no podía imaginar que llegara a ser lo que ha sido”, expresó el hombre noruego al noticiero local NRK.

Los ciudadanos noruegos están sorprendidos con la noticia y consideran a Bransdal como una doble víctima, tanto por el robo como por la decisión de la justicia.